jueves, 7 de febrero de 2008

Si amaneciera...

La mejor balada de la historia del rock español... Considero que no escucharla una y otra vez es un delito. Decir más es innecesario.



Ahora que mi voz se ha convertido
En apenas un suspiro
Debo descansar

Hoy que en la mitad de mi camino
La evidencia me ha vencido
Y me ha hecho llorar


Sé que el tiempo curará
Aunque nada siga igual
No me quiero resignar
No olvidaré


Yo que hasta el momento ignoraba
El punto en que se hallaba
Esa enfermedad

Siento que la vida es como un hilo
Que se corta de improviso
Y sin avisar


Y en la oscura habitación
Necesito oír tu voz
Ahora duermes junto a mí
Esperaré


Si amaneciera sin ti
Yo no sé qué sería de mí
Hoy la muerte me ha mostrado ya sus cartas
Y no entiendo la jugada
Trato de salir
No quiero admitir
Mi soledad
Duermo apenas cinco o seis minutos
Suficientes para hundirme
En la tempestad
Los demonios que hay bajo la cama
Esta noche no se callan
No me dejarán

El reloj marca las seis
Lo más duro es el final
Y la luz se posará
En el cristal

Huyo a veces pienso en otra cosa
Mi cerebro reacciona
No me deja en paz

Y de nuevo vuelve a sacudirme
Ese frío incontenible
Que es la realidad

El primer rayo de sol
Me ilumina el corazón
Te distingo junto a mí
Mi salvación

Si amaneciera sin ti
Yo no sé qué sería de mí
Hoy la muerte me ha mostrado ya sus cartas
Y no entiendo la jugada
Trato de salir
No quiero admitir
Mi soledad

Y en la oscura habitación
Necesito oír tu voz
Ahora duermes junto a mí
Esperaré

El primer rayo de sol
Me ilumina el corazón
Te distingo junto a mí
Mi salvación

Si amaneciera sin ti
Yo no sé qué sería de mí
Hoy la muerte me ha mostrado ya sus cartas
Y no entiendo la jugada
Trato de salir
No quiero admitir
Mi soledad

lunes, 4 de febrero de 2008

De semillas y dolor...

Perdido mi amor en la inmensidad de tu olvido... olvidado en el más recóndito de los áridos desiertos de tu corazón, lucha con ardor, en busca del reconocimiento hace tanto tiempo perdido...

El nunca desfallecerá, pues sabe que allí, en lo más profundo de ese duro destino, sigue viva la semilla que un dia plantó...


Nuevo e inacabado híbrido de algo. Aqui lo dejo...

domingo, 3 de febrero de 2008

Luz en la oscuridad...

Canción para reir y llorar. Canción que a marcado mi vida, entre otras. Pau, de Jarabe de palo, te levanta el ánimo y te ayuda a salir de ese oscuro agujero en el que estás metido. A mi me llega. Sobran, en este caso, las palabras.


Hace días que te obsevo,
y he contado con los dedos,
cuantas veces te has reído,
una mano me ha valido.
Hace días que me fijo,
no se que guardas ahí dentro
y a juzgar por lo que veo,
nada bueno, nada bueno.
De qué tienes miedo,
a reir y a llorar luego,
a romper el hielo,
que recubre tu silencio.
¡Suéltate ya! y cuéntame
que aquí estamos para eso,
"pa" lo bueno y "pa" lo malo,
llora ahora y ríe luego.
(Estribillo)
Si salgo corriendo, tú me agarras por el cuello,
y si no te escucho, ¡Grita!
Te tiendo la mano,
tú agarra todo el brazo,
y si quieres más pues, ¡Grita!
Hace tiempo alguien me dijo,
cual era el mejor remedio,
cuando sin motivo alguno,
se te iba el mundo al suelo,
y si quieres yo te explico
en que consite el misterio,
que no hay cielo, mar, ni tierra
que la vida es un sueño.

Tierra quemada...

Llora el niño de enormes y atónitos ojos entre los brazos de su madre. Llora también la madre, de miedo, mientras corre por el bosque huyendo de la aldea, que convertida en una pira enorme, es también escenario de la matanza que se ha producido hace tan solo unos instantes.
Se oyen gritos de angustia y desesperación entre los arboles, pueden verse muchas otras figuras que corren alejandose de la aldea en un vano intento por salvarse... algunos cazan, otros son cazados.
Es lo que tiene ser de la etnia "equivocada", se te odia, se te mata... Y nadie hace nada. Nadie mueve un dedo.

-Ahí dejo eso... en forma de crítica "original" por la situación actual del mundo y en particular de África, por el odio sin sentido, las injusticias y la desigualdad.
Solo intento hacer ver a quien me lea algo que a mi me hace hervir la sangre.

sábado, 2 de febrero de 2008

En el punto de mira

Es la prepotencia el más grande de los defectos...
No hay error más grave que subestimar al mundo...
Nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de los demás. Nadie... y sin embargo, hay alguién.


La justicia infinita.
La libertad duradera.
Es el yugo asesino de las Barras y Estrellas.
La justicia infinita.
La libertad duradera.
Es el yugo asesino de las Barras y Estrellas.
En el punto de mira.
En el punto de mira.
En el punto de mira.
Donde el orgullo termina.
Mira, aprende y toma un poco de tu propia medicina.
Aunque tan solo sea por una vez en tu vida.
Estás acostumbrado a contemplar la muerte de otros y nunca la muerte en tu territorio.
No has visto las ruinas en el centro de tu imperio.
Lo tuyo siempre ha sido llegar y besar el santo.
Lo que ha servido fuera ¿por qué no va a servir dentro?
El cazador cazado.
Cazador cazado.
Y puedes apelar al victimismo.
Y a ese paranoico patriotismo.
Luchar contra el mal no es que sea tu virtud.
Pero no, esta vez no.
Esta vez has sido tu la víctima de la que siempre ha sido tu actitud.
Es natural que si das un día te puedan dar.
Dar, dar, dar allí donde duele más.
Dar, dar, dar allí donde duele más.
En el punto de mira.
En el punto de mira.
En el punto de mira.
Donde el orgullo termina.
Estados Unidos.
Tocado y hundido.
En el punto de mira.
Estados Unidos.
Tocado y hundido.
En el punto de mira.
Tu verdad es la peor mentira.
Tu libertad la peor mentira.
En el punto de mira.
En el punto de mira.
En el punto de mira.
Donde el orgullo termina.
Por Habeas Corpus.
Y yo me cago en el imperialismo y la prepotencia estadounidenses... ya lo he dicho.

viernes, 1 de febrero de 2008

Convulsa personalidad...

Rojo el rostro por la ira que apenas logra contener, agarrotadas las manos dentro de los bolsillos. Con ojos desorbitados mira fijamente una televisión que, a todo volumen y a través del humo y el ruido del pestilente bar, relata con lujo de detalles las noticias que llegan del mundo entero.

Se levanta de un salto dejando caer la cerveza sobre la barra y sale con paso rápido. No soporta ese cúmulo de locuras que llegan de todas partes. No entiende, no quiere pertenecer a ese mundo, a esa sociedad infecta y decadente, solo preocupada por engordar, acumular cosas insustanciales, irreales. Odia el capitalismo, esa fiebre tan contagiosa que infecta el mundo entero y lo destruye lenta pero inexorablemente. Esa enfermedad que provoca que una persona solo esté dispuesta a dar a cambio de algo, que mata la fraternidad y la humanidad.

Chocan sus Converse, sucias y destrozadas, contra la acera al salir del bar, en su apremiante paso hacia, como siempre, algún lugar tranquilo, libre de esa ansiedad que lo corroe siempre todo en las grandes ciudades.

Camina entre ingentes cantidades de personas que, como ganado, acude a su lugar de trabajo o de estudio... en su rutina, desperdician su vida.

No quiere ser participe de todo eso, pero... ¿que puede hacer? Nada. Ha nacido dentro de una sociedad que dice dar libertad, en cambio esta sujeto a leyes que castigan severamente al que se sale lo más mínimo de lo establecido.

Atrapado pasa los dias en la enorme jaula que es su vida. Solo al sentarse y sentir, el suve ruido del lapiz al escribir, logra al fin vivir.

Al fin... el fin

Salados, a eso le saben sus labios al pasar la lengua sobre ellos. Salados, asperos y frios. Saben asi por el viento huracanado que, sin piedad, choca contra su cara y su cuerpo y hace que se tambalee sobre las rocas del dique.

¿Que hace alli? No podria decirlo... salió de su casa sin dirección fija, rumiando sus penas y sus desgracias, y sin saber como, esta allí, de pie... solo.

Ni un solo ruido deja pasar ese tremendo viento, solo viento y olas, olas que, furiosas, chocan contra la fria piedra, mojan sus congeladas mejillas y secan las lágrimas que, incesantes, surgen de sus negros ojos.

No desea esa vida, nadie le a dado nunca la opción de elegir, y hoy, por fin, le toca decidir a el, hoy es el el único dueño de si mismo.

De repente todo se desvanece, ya no siente ganas de llorar, la pena y la frustración dejan de oprimir su maltrecho corazón, y siente paz, paz como no ha sentido nunca. Por una vez, mientras observa las cada vez más altas olas, sabe lo que quiere.

No siente frio cuando el mar abarza su cuerpo, está sereno, incluso feliz por acabar con todo eso, con tanto sufrimiento y desdicha. No quiere vivir, deja que el mar, bondadoso, lo meta en su seno, para poder al fin descansar.