jueves, 31 de enero de 2008

Bajo un manto de olvido

Calles grises sobre un negro cielo, eso fue lo primero que vió al despertar. Sus entumecidos miembros pugnan por levantar su maltrecho cuerpo mientras, con mirada aturdida, mira alrededor desorientado.

Se oyen gritos y detonaciones a lo lejos, pero no hay nadie. Al fin, apoyando una ensangrentada mano sobre la fria piedra de la pared mas cercana, logra levantarse. Mira de nuevo, la calle está cubierta por la niebla y apenas se ve nada. Una gélida brisa de aire le corta la piel de la cara y las manos, tirita, no recuerda que hace alli, ni quien es, ni porque está sangrando.

Cree oir algo, puede oler su propio miedo. De repente, recuerda. Pertenecia al reducido grupo de hombres y mujeres que resistia a los fascistas en la Casa de Campo cuando, de todas partes, surgieron incontables nacionales de la niebla y superaron sus lineas, después de aquello, todo el mundo empezó a correr y... de nuevo, con más claridad, escucha algo. Son pasos.

Camina, se dice. Corre.

Algo se remueve en su interior al dar los primeros pasos, no puede huir en ese estado. Resopla, resignado, escupe sangre... se sienta.

De la esquina más cercana surge un gris peloton de grises uniformes. Aqui se acabó mi suerte, piensa. Se palpa el costado en busca de la navaja, pero no está alli. Se le habrá caido en la huida.

De nada sirve ya tener miedo, al final, lo único que queda, son los ideales. El eligió luchar por ellos, y ahora le toca morir. No hay miedo en su rostro cuando las bayonetas se acercan a el, solo tristeza, pena por ver que todo a su alrededor se desmorona, que la libertad por la que lucha, huye de ese pais desgarrado hasta lo más profundo.

Muere anónimo y sereno, pues prefiere caer a ver su pais oprimido bajo la mano de hierro que se cierne sobre el.

miércoles, 30 de enero de 2008

Perdido

Sobre zapatos destrozados desgasta las aceras con su eterno deambular... sus brazos oscilan muertos a sus costados mientra continua cabizbajo su errático camino. Su mirada, perdida tras ese negro flequillo, no logra ocultar la locura que anida en sus rojas retinas... los puños crispados, el gesto torcido... su rabia y desesperación pugnan por salir y desatrse, el intenta contenerse, una lágrima corre sinuosa por su mejilla... no soporta, no entiende esta absurda, falsa y plastificada sociedad...

Sin rumbo...

Habatido y perdido entre incontables filas de uniformes sillas y mesas, encerrado voluntario en esta pesadilla que con demasiada frequéncia se torna realidad, paso las horas y los dias fantaseando con esa libertad hace tanto tiempo perdida...