martes, 31 de agosto de 2010

Dulce chiquilla...

Aprieta el sol en lo alto del nítido cielo, castigando el mar de sombrillas multicolores que cubren cada centímetro de ardiente arena, solo unos pasos las separan de la orilla, practicamente seca fruto del tímido oleaje de mediodía.

Una mano se balancea ligeramente a medida que su dueña avanza con dificultad por el bosque de sombrillas. Sus finas muñecas ocultas bajo sendas pulseras de madera dan paso a bronceados brazos. La cálida brisa agita ligeramente el pareo que descansa sobre sus caderas, convirtiendo su avance en una sensual danza para los ojos.

En la otra mano sostiene precariamente un helado y a pesar de intentarlo, sus carnosos y estilizados labios son incapaces de evitar que las lágrimas de vainilla correteen por el crujiente cucurucho.

Con los pies medio hundidos en la ardiente arena, continua su gracioso avance hacia el oasis de toallas que es su destino, mientras, su curiosa mirada juguetea saltando de sombrilla en sombrilla, en busca del mas bonito de los infinitos colores que inundan la playa...

Para la graciosa, encantadoramente impaciente y sorprendente Cristina.

domingo, 8 de agosto de 2010

Solo se vive una vez...!

Después del naufragio de su corazón en las oscuras e intempestivas aguas de la soledad no volvió a ser el mismo.

Daba vueltas entre las sábanas hasta altísimas hora de la noche, buscando infructuosamente la forma de deshacerse de su realidad, sin hallarla. Al despertar y darse cuenta de donde estaba, se quedaba quieto, indignado, como esperando abrir los ojos y estar en otro lugar, en otro tiempo.

Y así, encerrado en su burbuja de dolor salía a la calle. Vagaba sin destino intentando dejar atrás sus emociones, buscando la redención de su alma.

Hasta que un día se hartó, se despojó de su manto de miserias y penas y abrió los ojos y el corazón al mundo.

Ese precioso e inabarcable mundo lleno de amor y pasiones infinitas y absorventes. De alegrías, tristezas y lágrimas de todos los tipos.

Y se percató de cuan corta era la vida, demasiado corta como para desperdiciarla con autocomplaciencia y estúpida desdicha... desde ese momento dedico su tiempo y esfuerzo en inundar de luz su corazón a base de carcajadas y sonrisas, amor y demas adorables tonterias.